La palabra “perspectiva” proviene del latín “perspiciere” y significa ver claro. Para lograr una representación realista del paisaje que sugiera correctamente su amplitud y profundidad espacial debes practicar las cuatro perspectivas complementarias: lineal, atmosférica, cromática y de texturas. Su uso junto con otros recursos, te permitirá crear escenas tridimensionales convincentes y creíbles, que mostrarán “con claridad” el paisaje deseado.
1.- Perspectiva lineal:

Su campo es el dibujo previo. Basada el empleo de puntos y líneas de fuga, te permitirá trasponer correctamente un espacio tridimensional (el paisaje real) a uno bidimensional (el papel o lienzo). Es el punto de partida imprescindible para cualquier paisajista. Con práctica suficiente aprenderás a usarla intuitivamente.
2.- Perspectiva atmosférica:
Recrea la sensación de profundidad y distancia del paisaje a través de los efectos visuales que causa la atmosférico: pérdida de contraste, nitidez e intensidad del color que experimentan los objetos al alejarse.
3.- Perspectiva cromática:
Trabaja con la temperatura del color. Los tonos cálidos acercan, mientras que los fríos alejan. Emplear adecuadamente estas propiedades te ayudará a potenciar la profundidad espacial en tus paisajes.

4.- Perspectiva de texturas:
Mostrar con más detalle las texturas de los objetos en primer plano y menos detalle las de los más lejanos refuerza la sensación de cercanía o distancia de los mismos.
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