LO PRIMERO: ¡APRENDE A FIRMAR COMO TODO UN ARTISTA! (I)

Diversas firmas de artistas famosos del S. XX

Aunque parezca broma, a la hora de crearte una personalidad o un nombre como artista, de las primeras cosas que debes de lograr es tener una firma o rúbrica interesante y de aspecto convincentemente “artístico”, para estamparla en todos tus trabajos.

Hoy en día, para muchos de nosotros, la firma o rúbrica que realiza el artista en su obra es un elemento fundamental del valor de la misma. Deseamos hallar en esos trazos, detalles e indicios inéditos sobre la personalidad del artista, que permitan conocerlo mejor, adivinar lo que pensaba en aquel momento, su estado de ánimo, sentimientos, etc. A menudo miramos la firma con cierta reverencia imaginando como sería el momento en el que el gran artista estampó su firma y dio por concluida su obra maestra.

Incluso a la hora de tasar y peritar una pintura, la calidad de la firma es vital. Debe de coincidir con las que se conocen del autor y se tiene catalogadas. Además importa que no parezca alterada, modificada ni repintada. En el mercado del arte, la bondad y estado de esta firma es algo básico para dotar de valor económico a la autoría del cuadro, casi tanto como la calidad del mismo.
Sin embargo, hasta el S. XVI, la mayoría de los artistas no se les ocurría firmar sus obras. Durante toda la Edad Media, al artista no se le consideraba más que un artesano especialmente sensible y cualificado, pero cuyo trabajo no tenía por qué ser valorado por encima del de otros.
Casi toda la pintura de esta época era religiosa, sobre todo tablas con santos y escenas de la Biblia que se realizaban para los grandes retablos que se erigían en las iglesias y catedrales. En la construcción de un retablo participaba todo un equipo que incluía carpinteros par la estructura principal, tallistas y escultores en la ornamentación y creación de figuras, doradores que aplicaban el pan de oro al conjunto, policromadores que pintaban imitaciones de mármoles y otros materiales preciosos que eran más baratos de pintar y por último, el pintor que realizaba las escenas religiosas. ¿Porqué iba a ser el más especial que los demás? Conclusión: nadie firmaba sus cuadros y hoy los historiadores van locos tratando de atribuir correctamente las obras de unos y otros.

Observa como en un retablo gótico, las pinturas no son más que una parte del rico conjunto decorativo

A partir del Renacimiento es cuando artistas de la talla de Leonardo , Miguel Angel y Rafael, toman conciencia del valor excepcional de sus méritos y capacidades, empezando a considerarse a sí mismo como personas superiores a los mortales comunes. Son artistas por cuyas creaciones, reyes, papas y nobles pelean y pagan grandes sumas. Por consiguiente, este nuevo artista, comienza a firmar sus cuadros y esculturas, certificando así que esos “si “son originales suyos, dignos de llevar su nombre. Estamos viendo ya surgir la figura del “genio artístico”, del hablaremos más adelante.
Lo cierto es que como bien saben los grafólogos, una misma firma puede variara mucho según la situación anímica de la persona. Por eso, muchos artistas escogen y elaboran cuidadosamente el tipo de firma que van a colocar en sus cuadros. Así que en nuestra próxima entrada, te daremos algunos consejos y contaremos algunas curiosidades más sobre como lograr una auténtica “firma de artista”

¡Hasta pronto!

José Payá

 

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